Clarín 2008

Rata Blanca: "Mucha gente cree que llegamos por transar"

La diversidad en este género no es festejada: es criticada". La primera sentencia sobre el "género" metal está a cargo de Walter Giardino guitarrista pero, sobre todo, alma mater y cerebro de Rata Blanca, el grupo soft metal que en sus más de 20 años de historia, despertó tantas adhesiones como críticas. Y que, más allá de éstas, sigue adelante: ahora con un nuevo disco casi terminado, El reino olvidado, que saldrá a la venta para agosto y que todavía está en etapa de mezcla.

Aquí mismo, en el estudio de la zona de Congreso donde Clarín escucha un anticipo del álbum, también es la charla con Giardino y con el cantante Adrián Barilari. Hay dos cuestiones notables en estos dos señores que se disponen a charlar: la convicción férrea que tienen en su producción artística y la actitud -nada impostada- de estar "más allá de...". Aunque las críticas no les sean indiferentes.

"Nos tocó ser los primeros porque, digan lo que digan, Rata inició el juego de lo que después se forjó como un gran negocio: éramos la primera banda que trascendía, vendiendo discos por sobre Soda Stereo o Charly. Y fue bárbaro, pero vivimos una pasada de factura a veces injusta", dice Giardino. Si a principios de los noventa los diarios titulaban los logros del grupo: "triunfadores absolutos del rock local", "fenómeno que arrasa", y así; más adelante casi desaparecieron. ¿Qué pasaba? Su segundo disco Magos, espadas y rosas (1990) había roto records insospechados y, después, parece que el éxito se volvió en contra. "Con Magos... voló todo, éramos una banda de rock duro: nunca había sucedido algo así. Y el público respondió bien hasta que empezaron a comprar discursos sobre qué era verdad y qué no".

¿Qué les criticaban más? ¿Tocar en bailantas? ¿O ir a la televisión?
Giardino: Siempre se nos ha criticado por todo. Como buena banda exitosa. Ibamos a lo de Tinelli porque a Ritmo de la noche llevaban grupos: ahí tocó Kiss, Poison... Y nos cuestionaron hacer playbacks. Pero yo te puedo mostrar cintas de AC/DC con Bon Scott en su época más salvaje y estaban haciendo playbacks.

Con Tinelli tuvieron un entredicho por no haber tocado "Mujer amante"...
Giardino: ¡Es que ya la habíamos tocado diez veces!
Barilari: Nos dijeron que teníamos que tocarla, y nosotros dijimos 'see, see", pero el instrumento lo teníamos nosotros y, al final, tocamos otra cosa, jajaja.

Estaban hartos de ese tema...

Giardino: En un momento el éxito de la canción fue excesivo para un tema que no era representativo para nosotros. Pero Mujer amante trascendió cualquier idea del éxito que teníamos y, todavía hoy, cuando tocamos esa canción, no pode mos creer lo que sucede. Aprendimos a disfrutarlo...
Barilari: ¡No pudimos vencerlo!
Giardino y Barilari están acomodados -casi sumergidos- en un sillón mullido, mientras el gran plasma en el frente proyecta una de las eliminatorias para el mundial. En el diálogo funcionan como contrafiguras, como un Gerard Depardieu/ Pierre Richard de las películas francesas: Giardino es el más serio aunque largue sus risotadas graves a lo Pappo; Barilari es el que acota con el gesto clownesco. Aunque no parezcan íntimos amigos, en la charla se complementan como en escena ("nos llevamos bien...estamos acostumbrados, je". Y, más allá de todo, parece que se necesitan. Por eso, después de que Barilari se fue de la banda en 1994 ("fueron cuatro años que parecieron dieciseis" y después de que, tiempo más tarde Giardino disolviera Rata Blanca, ambos se juntaron espontáneamente cuando todavía no pensaban en volver. "Me emocioné mucho cuando volvimos aunque quizás no esperamos el momento justo porque después se puso de moda el regreso. ¡Y ahora pagan fortunas!", bromea Giardino. Aunque reconoce un punto en el tema: "Es obvio que estamos aplazados en marketing y prensa".

¿Se lo cuestionan?
Barilari: ¡Siempre!

¿Se sienten rechazados por otras bandas de metal?
Giardino: Nos llevamos bien con todo el mundo, los chicos de Horcas son amigos, con Beto Zamarbide de V8 o con Claudio O'Connor nos respetamos mucho. ¡Los Whitesnake dijeron el otro día ser fanáticos de Rata Blanca!
Barilari: Y no sólo del metal. Los chicos de Catupecu, Attaque, Babasónicos, se quedan en nuestros shows. Hasta los pibes de Airbag son re fanáticos.
Giardino: Un ochenta por ciento de nuestro público es joven...

¿Y con Iorio qué pasa?
Giardino: Iorio siempre hizo un personaje pero ahora lo asumió.
Ambos músicos tienen hijos aficionados a la música, que están empezando con banditas. "Nunca me llevó a verlo", reconoce Barilari. Los dos, también, dicen escuchar todo tipo de música, de Piazzolla a Salinas, de Deep Purple a Bach. Y los dos, cuando hablan de su grupo, enfatizan el romanticismo, como una constante de Rata Blanca. "Si hay algo que disfrutamos hoy es lo mismo que disfrutábamos cuando teníamos dieciséis años: ser una banda de rock, seguir tocando y hacer vivir a nuestras familias de esto", dice Giardino. Y sobre esta cuestión versa el corte de su nuevo disco, llamado también El reino olvidado. "Tu corazón te llevará/ hacia el reino olvidado/ que está solo dentro de ti", se escucha en la letra y Giardino aclara: "Lo que digo es que no hay que olvidarse de dónde venís, y cómo eran tus sueños aunque aparezca la farándula delante tuyo. La música es una cosa y lo que la rodea es otra. Nosotros nos quedamos con la música".

¿Siempre tuvieron esa convicción?
Giardino: Desde los doce, que tuve mi primera bandita... Desde ese día, fue un largo peregrinaje por la vida, aprendiendo de las equivocaciones. Rata no salió a ver qué pasaba: salió a hacerlo.
Barilari: Subir a un escenario es una responsabilidad. Nosotros ensayábamos 7 horas, de lunes a sábado. Yo me quejaba mucho...

Antes vos tocabas folk...
Barilari: Hice de todo excepto cantar ópera. Toqué en bares, imitaba a quien sea. Hasta los treinta...
Giardino: Y cuando Barilari dijo basta...
Barilari: Ahí me llamó Walter. Cuando llegó la oportunidad.
Giardino: Rata generó la oportunidad. Sin transar en nada. Mucha gente cree que llegamos por transar. Pero fue por todo lo contrario: por saber decir que no.

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